jueves, 18 de febrero de 2016

Javier R. Cinacchi
Erosionada montaña

Erosionada montaña se queja,

siendo su queja una verdad,

ya no son como ayer sus mañanas,

desde que llegó la ciudad.


Cada vez menos flora y fauna,

no está el civilizado indio que la cuidaba,

salvajes industrias la dañan,

hasta explotan sus entrañas.


Miles de años estuvo limpia,

ahora está el basural,

sus ríos llenos de fealdad,

hasta el aire sucio está.


Su único consuelo es esperar,

sabe que el hombre no durará

solo que teme quedar sola,

tras la guerra nuclear.



Gloria Fuertes
Escuela de las flores 

En medio del prado 

hay una escuela 

adonde van las flores y las abejas, 

amapolas y lirios, 

violetas pequeñas, 

campanillas azules, 

que, con el aire, suenan.

En medio del prado 

hay una escuela 

y una margarita 

que es la maestra.





Mario Benedetti
El agua


La del grifo / la mineral / la tónica

La del río / la dulce / la salada

La del arroyo / la del mar / la regia

La de las cataratas / la del pozo

La de la lluvia / la del aguanieve

La de las fuentes o la del rocío

La del océano / la del aljibe

La del diluvio o de la cascada

Toda el agua del mundo es un abuela

Que nos cuenta naufragios y fragatas

Que nos moja la sed y da permiso

Para seguir viviendo otro semestre





M. F. Juncos

Una pequeña semilla

Oculta en el corazón

de una pequeña semilla,

bajo la tierra, una planta

en profunda paz dormía.

«¡Despierta!», dijo el calor.

«¡Despierta!», la lluvia fría.

La planta oyó la llamada,

quiso ver lo que ocurría,

se puso el vestido verde

y estiró el cuerpo hacia arriba.

De toda la planta que nace

esta es la historia sencilla.

Poemas a la tierra:


LA tierra verde se ha entregado
a todo lo amarillo, oro, cosechas,
terrones, hojas, grano,
pero cuando el otoño se levanta
con su estandarte extenso
eres tú la que veo,
es para mí tu cabellera
la que reparte las espigas.

Veo los monumentos
de antigua piedra rota,
pero si toco
la cicatriz de piedra
tu cuerpo me responde,
mis dedos reconocen
de pronto, estremecidos,
tu caliente dulzura.

Entre los héroes paso
recién condecorados
por la tierra y la pólvora
y detrás de ellos, muda,
con tus pequeños pasos,
eres o no eres?

Ayer, cuando sacaron
de raíz, para verlo,
el viejo árbol enano,
te vi salir mirándome
desde las torturadas
y sedientas raíces.

Y cuando viene el sueño
a extenderme y llevarme
a mi propio silencio
hay un gran viento blanco
que derriba mi sueño
y caen de él las hojas,
caen como cuchillos
sobre mí desangrándome.

Y cada herida tiene
la forma de tu boca.



Antonio Machado
A un olmo seco

Al olmo viejo, hendido por el rayo 

y en su mitad podrido, 

con las lluvias de abril y el sol de mayo 

algunas hojas verdes le han salido. 


¡El olmo centenario en la colina 

que lame el Duero! Un musgo amarillento 

le mancha la corteza blanquecina 

al tronco carcomido y polvoriento. 


No será, cual los álamos cantores 

que guardan el camino y la ribera, 

habitado de pardos ruiseñores. 


Ejército de hormigas en hilera 

va trepando por él, y en sus entrañas 

urden sus telas grises las arañas. 


Antes que te derribe, olmo del Duero, 

con su hacha el leñador, y el carpintero 

te convierta en melena de campana, 

lanza de carro o yugo de carreta; 

antes que rojo en el hogar, mañana, 

ardas en alguna mísera caseta, 

al borde de un camino; 

antes que te descuaje un torbellino 

y tronche el soplo de las sierras blancas; 

antes que el río hasta la mar te empuje 

por valles y barrancas, 

olmo, quiero anotar en mi cartera 

la gracia de tu rama verdecida. 

Mi corazón espera 

también, hacia la luz y hacia la vida, 

otro milagro de la primavera.

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