Aparición y uso de fuego:
En esos tiempos, cuando el mundo era nuevo, el fuego provocado por el impacto de los rayos en los bosques asustaba a los hombres. Cuando aprendieron a hacer su propio fuego y a usarlo, la humanidad dio un gran salto: cocinó sus alimentos. Entonces, con barro o arcilla fabricaron ollas y vasijas. Al ponerlas al fuego se hacían duras, resistentes: nació la alfarería.
Con largos rollos de greda o arcilla, los primitivos habitantes de nuestro país hicieron sus ollas. Las pulían con piedras, las pintaban, las cubrían con mucha leña y las cocían al aire libre.
Brotó la agricultura:
Cuando alguien observó que las pepas que escupía o botaba al suelo retoñaban y se convertían en nuevas matas, empezó la agricultura. Sin afanes, el hombre se dio maña para aliviar las cargas de la siembra, el cuidado y la recolección de cosechas.
De la mano de la agricultura surgió otra práctica: reemplazar las largas cacerías por el encierro de animales. Con el tiempo, los antiguos cazadores se convirtieron en grandes pastores y en expertos domesticadores de animales.
Otro chispazo llevó al hombre a entender que podía aprovechar la energía de caballos, elefantes y toros, ente otros. Para tirar y llevar cargas pesadas sobre su lomo, para derribar un gran árbol o arrastrar grandes rocas.
Otro chispazo llevó al hombre a entender que podía aprovechar la energía de caballos, elefantes y toros, ente otros. Para tirar y llevar cargas pesadas sobre su lomo, para derribar un gran árbol o arrastrar grandes rocas.
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